El título de la entrada puede dar origen a confusión. No es que el resto de los desiertos sean de cartón y piedra, pero concretamente el de ‘Wadi Rum’ ha provocado el asombro y la fascinación a un buen nutrido grupo de viajeros, los primeros occidentales que hablaron sobre la belleza cautivadora de este vasto terreno al sur de Jordania, entre ellos, el mítico Lawrence de Arabia. Fascinación que, aún hoy, perdura.
En sus memorias ‘Los siete pilares de la sabiduría’, el polifacético escritor, arqueólogo y espía durante la I Guerra Mundial, plasmó la profunda huella que le dejó ‘Wadi Rum’. Situado casi en la frontera con Arabia Saudí, el paisaje es punto de entrada a otro lugar igualmente arrebatador y casi mitológico: Petra.
Durante siglos, el desierto fue ruta habitual en el comercio de especias que, desde el sur, partían hacia el Mar Rojo y el Mediterráneo. Los beduinos, mercaderes experimentados utilizaban sus camellos para cruzar esta inmensa porción de tierra roja y rocas.
Desde el pueblo de Rum, puede contratar guías que le acompañen para hacer algunas de las rutas turísticas posibles, si no viaja con un tour organizado. De todas formas, el pueblo dispone de varios restaurantes y el ‘resthouse’, un campamento con pequeñas ‘jaimas’ para pasar la noche.
Según cuentan los que han tenido la fortuna de visitarlo, contemplar el amanecer o el atardecer es sencillamente espectacular. El efecto cromático que se refleja en sus dunas y formaciones rocosas es de los que no se olvidan como tampoco será facilmente olvidable el ‘Puente de Burdah’, de los arcos naturales más grandes del mundo, el ‘Pozo de Lawrence‘ o los petroglifos hallados en una estrecha garganta rocosa, que los nativos llaman Siq.
Vía|Visit Jordan