Cierto es que los japoneses son especialistas del arte de crear jardines y bonsáis. Un ejemplo famoso de jardín es el Pabellón de Oro de Kioto, mientras un experto de bonsáis fue Saburo Kato, hijo de Tomekichi (fundador del vivero “Mansei-En” de Tokio).
Piensen que cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, los soldados americanos viendo el mencionado vivero, quedaron tan fascinados que quisieron aprender el arte de crear estos árboles en miniatura y en cambio ofrecían alimentos y suministros varios para los bonsáis. Este tipo de árbol se hizo tan famoso que hasta el mismo General MacArthur pidió a Saburo Kato que diera clases en la base estadounidense.
¿Y como no maravillarse delante de estas obras de arte? Deben saber que en verdad nacieron en China, pero luego fueron los japoneses a perfeccionar las técnicas.
El bonsái, de hecho, no es una planta pequeña natural y tampoco está empequeñecida de manera genética, simplemente se la mantiene así podeando el tronco, hojas y raíces cada cierto tiempo, dándole la forma deseada. Cualquier especie arbórea o arbustiva se puede cultivar como bonsái y vivirá el mismo tiempo que un árbol normal de la misma especie.
Podemos dividir a los bonsáis en base al tamaño, según la forma del tronco, según el número de troncos y según la forma de las raíces. Uno que me encanta es el Ishizuki, osea agarrado a una roca, cuyas raíces pueden abrazar la roca o estar dentro de ella. Otro es el Kengai, osea a cascada.
Pueden admirar estos árboles en muchos sitios del mundo que cuentan con numerosas colecciones abiertas al público, aquí en la página de Wikipedia tienen una lista.
Vía | parentesys.es,