En los Jardines del Príncipe, se encuentra esta ‘humilde casita’, rodeada de una inmensa zona de árboles y plantas de todo tipo. Fue llamada ‘del Labrador’ y construída durante el reinado de Carlos IV, cuando aún era príncipe. Alberga en su interior, una rica colección de objetos de arte entre las que destaca, el Gabinete de Platino, con incrustaciones de este material en sus paredes.
El nombre procede de su orígen. Y es que se levantó donde anteriormente se situaba la antigua casa de labranza. Muy al estilo de aquellas ‘casas labriegas’ tan de moda entre las monarquías europeas, como la que divertía a la reina María Antonieta, en Versalles, este ‘palacete’ contó con la aportación de importantes arquitectos y decoradores que convirtieron a esta mansión en una de las más visitadas por la monarquía y la nobleza.
Durante su construcción, que duró aproximadamente diez años, se realizaron diversas reformas, por parte de Juan de Villanueva y de Isidro González Velázquez, quién amplió el edificio en uno de sus laterales, e incluyó importantes elementos decorativos, como una imponente escalera de mármol a la entrada y sobre todo, la fachada exterior, donde destacan las yeserías realizadas por González Velázquez y el patio interior con bustos italianos de los siglos XVII y XVIII.
Pero, sin lugar a dudas, lo más increíble de la ‘casita’ es la decoración de sus habitaciones. Destacan la Sala de Billar, con interesantes aportaciones de Dugourc, la Galería de Estatuas, formidable ejemplo de estilo neoclásico, con excepcionales relieves en bóveda y paredes, y el impresionante Rejoj en columna trajana.
En la saleta de la Reina, encontramos referencias mitológicas, y en el Salón de la Reina María Luisa de Parma, un excepcional conjunto pictórico con 93 vistas de Aranjuez, y especialmente el Salón de Baile, con suelo entarimado, donde las aportaciones artísticas lograron uno de los ejemplos más importantes del neoclásico en España: arañas de cristal y bronce, pinturas de Maella y Bayeu, un impresionante reloj fernandino con música de órgano y timbales, ánforas de Sevrés, y una mesa de malaquita rusa, regalo de boda del zar Alejandro III.
Y por supuesto, el Gabinete de Platino, construído por los decoradores de Napoleón, a base de oro y platino, dando el efecto de ‘galería’, a base de espejos, y el retrete,con pinturas en la bóveda alusivas al aire, la vigilancia, la fuerza y el descanso. Por cierto, para visitar el edificio deben reservar con antelación.
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