España posee una riqueza en especies florales y arbóreas casi inigualable en el resto de Europa. La diversidad de clima propicia que, en zonas como Canarias, coexistan ejemplares de una inusitada belleza, especies autóctonas tropicales comparables a otras halladas en países remotos. Una de ellas, es precisamente, la sabina de la isla de El Hierro.
Es curioso, pero cada vez que miro la fotografía, me sugiere formas distintas. El retorcimiento de sus ramas, sujetas, resistiendo la fuerza del viento, por las raices, ramas que asemejan la cabellera de una mujer mientras dobla su cuerpo (hay más posibilidades), componen un cuadro artístico dificilmente superable.
De hecho, para los habitantes de la isla, la sabina es todo un símbolo y un reclamo turístico, al igual que el Drago de Icod de los Vinos, en Tenerife o el ‘Abuelo’ , en Viveiro (Lugo). El primero, un ‘monumento’ natural visitado por miles de turistas al año, el ‘Abuelo’, el árbol más grande de España, y posiblemente de Europa.
Los tres, forman parte de nuestras reservas naturales, reservas que hay que preservar, también desde este rincón viajero.
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