A medida que caminamos por una ciudad como Barcelona es posible encontrarnos con una gran variedad de sitios turísticos, pero, sí de museos y arte se trata, ninguno se compara al ‘Palacio de la Música Catalana’, una verdadera joya arquitectónica que nos remonta hasta el año 1850 de su construcción. Aquí un breve recorrido por las principales instalaciones de un museo que vive la música.
Estamos ante uno de los complejos más representativos de Barcelona, que forma parte de su legado arquitectónico modernista y Patrimonio de la Humanidad declarado por la Unesco en 1997. Si vas a dar una vuelta por Barcelona es imprescindible que te des un tiempo para caminar por el interior del Palau de la Música Catalana.
El ambiente de estilo modernista celebró hace algunos años su primer bicentenario, con una imagen restaurada y reluciente, ampliando nuevos ambientes y presentando públicamente más salas renovadas para desarrollar diferentes actividades como recitales y conciertos. Uno de los detalles que marca la diferencia gira en torno a la decoración del museo, especialmente en la sala histórica del Palau que ha levantado los conciertos más asombrosos.
El edificio sobresale por sus formas con materiales con mosaicos de cerámica y cristales de colores, eso sin mencionar la temática floral así como algunas figuras modernistas. La obra de Eusebi Arnau merece una mención particular, por sus figuras de cuerpo de mosaico y busto en relieve.
Entre los ambientes externos podemos visitar la cafetería que abre todos los días de la semana y se ubica en la planta del vestíbulo. También puede acudir al servicio de restauración y asistir a una visita guiada por las principales salas de concierto (55 personas por visita).
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