En realidad es el único faro del mundo de ‘estilo egipcio’, porque se construyó en 1.849 por la familia del escritor Robert Louis Stevenson. Y se encuentra enclavado en una zona muy peculiar: en la península de Ardnarmurchan, en las Higlands escocesas. Una maravilla de sitio.
Rodeado por las islas de Skye, Muck, Eigg yRhum, el faro se encuentra a una altura de 36 metros sobre las rocas y juega un papel fundamental a la hora de garantizar la seguridad en la navegación para los barcos que surcan las aguas costeras del oeste de Escocia.
La torre, aunque ahora funciona de manera automática, alberga en su interior un centro de interpretación para visitantes donde se explican detalladamente toda la información precisa sobre los faros escoceses y sobre la importante flaura y fauna que posee esta reserva natural en Ardnarmurchan.
Si no tiene suficiente ánimo para llegar hasta lo más alto de la torre, desde uno de sus observatorios contemplará un maravilloso paisaje e incluso la posibilidad de vislumbrar entre las aguas a delfines y ballenas.
Curiosamente este faro, que también dispone de una cafetería y tienda para comprar algún ‘souvernir’ de la visita, permanece abierto gracias al empeño de la gente de estas tierras, que contribuyen a que las tradiciones no se pierdan. Por cierto, parece que no se escapa de la leyenda, se dice que de los tres fareros que trabajaron en él, nada más se supo…