Al pie de la Cordillera de los Andes, en las riberas del Amazonas y en la selva virgen ecuatorial del Ecuador viven los indios (amerindios) jíbaros, célebres por su habilidad en reducir de tamaño las cabezas humanas.
En la inmensa selva amazónica viven algunos pueblos que todavía cazan con arco y disparan con una cerbatana flechas impregnadas con curare. Su economía se basa en la agricultura, la pesca y la caza.
Los jíbaros, uno de esos pueblos, han sido siempre fieros guerreros. Su receta para reducir las cabezas es la siguiente:
Cortan la cabeza de sus enemigos, extraen de ellas todos los huesos, cartílagos, los ojos… etc. Lo que queda, lo ponen a hervir junto con algunas especias para evitar que el pelo se caiga. Cuando la sacan del agua ya ha disminuido bastante. La ponen a secar. Cuando está seca, continúan con el proceso macerándolas en una cocción curtidora. Los agujeros que quedan, del cuello, los ojos la nariz, etc. los cosen. De esta manera, la cabeza, que conserva los cabellos (y parece así más angustioso mirarlo), queda reducida al tamaño de una naranja. Por último, se tiñe de negro y se atraviesa un cordel.
Su poseedor cree que con ella consigue poderes mágicos. El más poderoso es el que logra reducir mayor número de cabezas humanas y en fiestas importantes, las sacan y las muestran a modo de trofeo.
Actualmente, tan sólo unos cientos de ellos permanecen en estado semi-primitivo, el resto han sido “vícitimas” del progreso. Por tanto, la práctica de la reducción de cabezas es una tradición (¿desgraciadamente?) a punto de perderse.
wikipedia | Jíbaros