Fotografía: Wikipedia
Si alegría y diversión se busca, difícilmente un país pueda superar a Brasil como destino predilecto. Y si de la alegría brasileña se trata, difícilmente alguna ciudad contenga más de ella que Río de Janeiro, el lugar sublime para bailar samba, cantar bossa nova y disfrutar de las espectaculares noches de playa con la compañía de la caipirinha.
Al ritmo íntimo del jazz de los delicados guitarristas de Río, puede comenzarse este brillante recorrido que seguramente dejará una huella imborrable en cada visitante. El Theatro Municipal se encarga de cautivar mediante su orquesta clásica en el ideal entorno que ofrecen sus mosaicos de inspiración asiria y mármol blanco.
El mar en Ipanema ofrece la posibilidad de llevar a cabo una glamorosa cena personal; aunque si se desea un cambio de ritmo puede recurrirse al lounge club, donde los sábados por la noche se presentan los más talentosos DJ de música electrónica de Brasil.
Una visita obligada si se está de paso pro Río de Janeiro consiste en el espectáculo ofrecido por la mágica escola do samba de Mangueira, la cual, en cada fin de semana desde agosto hasta febrero, ensaya su función para el desfile de carnaval, con la particularidad de que sus fieles seguidores, en vez de observar simplemente, se suman al ritmo y bailan junto a la legión vestida con los clásicos colores verde y blanco del barrio.
La Academia da Cachaca permite la prueba del licor de caña de azúcar, una de las más fuertes bebidas nacionales de Brasil. A su vez, en el sencillo barcito Bip Bip, de Copacabana, puede disfrutarse de la auténtica bossa nova. El fútbol no puede faltar en Brasil, por eso se recomienda un partido (preferiblemente nocturno) en el majestuoso estadio Maracaná; como así también las fiestas callejeras que Lapa ofrece.
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