En primavera, el valle del Jerte se transforma. Miles de cerezos en flor acompañan al visitante en su ruta por estas laderas. Trazados medievales y antiguas calzadas romanas, puentes renacentistas… se abren al paso del que lo visita. Le proponemos que lo haga a caballo.
Puede que ahora un lugar como la Sierra de Gredos sea algo frío, en pleno invierno pero, aún así los rincones que rodean al río Jerte a su paso por la sierra madrileña merecen la pena. El valle del Jerte ocupa un territorio de impresionante belleza. Junto a Gredos, el río Jerte se extiende por toda una comarca que discurre entre Cáceres, Ávila y Salamanca, conformando un paisaje agreste y peculiar, y en donde su valle, es patrimonio de la humanidad.
Castaños, robles y cerezos se suceden a lo largo y ancho del camino y de las rutas señalizadas que se han adaptado para ser recorridas por caminantes, tambien a caballo. Es una forma distinta y sin un gran impacto ambiental que se ofrece al visitante para cruzar de lado a lado el paraje. Acompañado por guías, hacer una cabalgada por rincones, algunos de ellos no tan conocidos, puede ser una experiencia de dificil olvido.
El valle del Jerte, además, disfruta de un microclima con inviernos fríos y veranos suaves. En primavera, la flor del cerezo, asemeja a una gran nevada. Es otra de las peculiaridades de este lugar que conserva sitios espectaculares como la ‘reserva’ natural de la Garganta de los infiernos en la localidad de Jerte, pasando por el Parque Nacional de Monfragüe, y otros muchos alicientes.
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