Hace unos años el Ayuntamiento de Barcelona junto con el Instituto de Paisaje Urbano y Calidad de Vida editó una guía, Sortim, de bares y restaurantes modernistas de Barcelona.
Una de las características del Modernismo catalán es la plena integración en todas las áreas de la vida cotidiana, por eso en la ciudad condal aún hay lugares de ocio que siguen tal y como los disfrutaban los ciudadanos hace un siglo.
Estos establecimientos tienen en común el uso de las artes aplicadas, como la cerámica decorativa en los arrimaderos o mostradores; los yesos en molduras para decorar, especialmente los techos; el mármol para barras, zócalos y arrimaderos; la ebanistería para hacer los aparadores (mueble en el que se concentra a menudo la decoración más naturalista); el uso del hierro forjado para decorar columnas, para las lámparas y los colgadores; y, por último, las vidrieras en las puertas y ventanas, que conseguían matizar la luz de los interiores. Todos estos elementos estaban decorados con motivos naturalistas, flores y hojas que se entrelazan o líneas sinuosas. La diferencia entre los distintos establecimientos suele deberse principalmente a la calidad de los materiales utilizados, ya que éste era un factor que venía determinado por el nivel económico y la cultura del propietario.
Así esta guía invita a conocer la riqueza del Modernismo de Barcelona no sólo observando los elementos modernistas sino también disfrutando y viviéndolos en compañía de estas riquezas que hay que seguir conservando.
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