Marruecos, un país verde.

11 enero, 2009

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De los distintos tipos de viajes que existen uno que muchas pasamos por alto y que no contemplamos, aunque suponen un porcentaje muy alto del total, son los viajes de trabajo.  Así fue como hace unos meses tuve la oportunidad de conocer nuestro vecino del sur, Marruecos un país sorprendente verde.

Mi ruta se alejo un tanto de los circuitos más turísticos que recorren el interior del país desde Marrakech a Fez. Nuestro itinerario comenzó en Casablanca para luego ir ascendiendo por la costa atlántica hasta acabar en Tánger.

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La primera parada estuvo en Casablanca o mejor dicho “Dar el Beida” como es llamada en árabe clásico. La archiconocida ciudad me decepciono profundamente y es que la imagen romántica y vibrante que se tiene de ella gracias a la película homónima dista mucho de la realidad, ya que la atmósfera que recrea el film en realidad está inspirado en Tánger y sólo por motivos publicitarios se opto por el nombre de Casablanca.

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La Casablanca actual es la ciudad más grande del país y es el centro financiero y económico de Marruecos. La Medina de la ciudad no es excesivamente grande pero merece una visita, también el Boulevard Mohammed VI tiene su encanto con fachadas de estilo Art Noveau, pero si hay algo que uno no puede perderse es la impresionante mezquita Hassan II, construida con las donaciones de todos los ciudadanos del país y que marca toda la silueta marítima de la ciudad. Para conseguir la mejor panorámica de la mezquita se puede aprovechar para degustar algún buen pescado es uno de los mejores restaurantes de la ciudad, “El Cenador”, regentado por uno de los cientos de españoles residentes en Marruecos.  

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Tras Casablanca nos dirigimos al norte hacia Tánger, siguiendo la carretera que discurre a lo largo de la costa.  La red viaria principal ha mejorado considerablemente con estándares muy parecidos a los de Europa, pero atención, si sales de las carreteras nacionales porque el resto es un verdadero caos. Es habitual cruzarse con todo tipo de vehículos improvisados. Algo muy curioso es la devoción que tienen muchos marroquíes por los equipos de futbol españoles que no dudan en decorar sus coches con los escudos del Barça (sin la cruz por supuesto) o del Real Madrid.

Un buen lugar para hacer un alto en el camino a Tánger es Larache que aunque es una ciudad venida a menos conserva un cierto encanto colonial. La huella española esta muy presente, la Casa de España cerca del paseo marítimo es un buen sitio para tomarse un pequeño refrigerio.

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La entrada desde el Sur a Tánger sorprende por los contrastes tan abismales que  puede uno experimentar si elige un camino u otro. Si se toma la carretera que va al cabo Espartel se pueden ver algunas de las casa, villas y hoteles, como el  Mirage, más espectaculares del mundo, si en cambio se opta por la entrada de la carretera nacional pasaremos por lo barrios más pobres y deprimidos de la ciudad.

Tánger cuenta con el principal puerto de la parte norte de Marruecos lo que le confiere una especial actividad. La Kasbah, antiguo recinto amurallado de la ciudad es de obligada visita, se encuentra construida en alto y ofrece una de las mejores visitas del estrecho de Gibraltrar. El lugar más indicado para degustar algunos de los platos típicos de la ciudad es la Medina o ciudad antigua, declarada Patrimonio de la Humanidad de La UNESCO. Perderse por los recovecos de la Medina entrado en los pequeños mercados o en la tiendas para disfrutar de la práctica del regateo me devolvío el alma marroquí que no puede ver en Casablanca.

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Como último recuerdo de Tánger y de Marruecos me quedaría con su luz, que no es ni mediterranea ni atlántica pero que tiene una personalidad propia.

Wiki | Casablanca Tanger
Fotos  | Fotos Marcus-Jose Carlos Villena ® Mural Viajes.net
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