Alrededor del mundo, la bicicleta es sinónimo de deporte, salud y paseos encantadores. Parece que los británicos han dado un paso más allá y también la consideran como un importante elemento de ahorro en estos tiempos de crisis.
Porque, ¿qué mejor vehículo para ir al trabajo que una sencilla bicicleta? El Gobierno ha apostado por ello relanzando un antiguo programa de 1999, Cycle to Work (En bicicleta al trabajo), con el que animaba a los ciudadanos a lanzarse al pedaleo en detrimento del contaminante coche.
La novedad reside en que cualquier empresa afiliada a este programa dispondrá de coquetas bicicletas para sus empleados a unos precios reducidos, pues se obtiene en régimen de alquiler. Además, la compra del equipamiento que todo buen ciclista debe tener -cascos, chaleco reflectante, cesta, luces y demás…- cuenta con un considerable descuento. La empresa también se beneficia de medidas fiscales. Faltaría más.
Con estas ventajas de cine, no es extraño que el mercado de las bicicletas arrase, registrando el año pasado un subida espectacular del 350% respecto al ejercicio anterior. Las ventajas del uso de la bicicleta en Londres no acaban aquí, ya que cada usuario ahorra al Estado 423 € en gasto sanitario, congestión y contaminación. O dicho de un modo más contundente, por cada euro gastado en bicicleta, el Estado gana cuatro.
En España, no obstante, desde aquella bajada mítica de los muchachos de Verano Azul en los créditos iniciales no se recuerda un uso tan masivo de la bicicleta. Como muestra, un botón:
Vía | Cinco días
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