Esta región austriaca en la frontera con Alemania, Italia y Suiza es un lugar en el que las praderas, los bosques, las cascadas y los bucólicos pueblecitos conforman un perfecto entorno para unas vacaciones distintas. El sol del verano, en estos parajes rodeados por las cumbres de los Alpes, invita a salir y disfrutar de las inmensas y verdísimas praderas en las que el ganado y el olor a heno nos reconcilian con la más elemental naturaleza.
Incluso nos podemos permitir el lujo de elegir. Hay granjas ecológicas, granjas pensadas especielmente para niños y bebés, granjas aptas para personas con movilidad reducida, y otras en las que celebrar seminarios o reuniones de trabajo.
Y luego están las montañas, omnipresentes y fantásticas para disfrutar de ellas con la infinidad de posibilidades que ofrecen. Perfectas para los amantes del senderismo o de la mountain bike, para descubrir los glaciares, las cimas y los prados de alta montaña.
Pero serán los niños quienes más disfruten. En el patio de la granja pasarán la mañana ordeñando las vacas o preparando mantequilla, aprendiendo a hacer pan… Caballos y ponis también están a punto para practicar el western training o dar un delicioso paseo por los alrededores.
Nosotros nos apuntamos a un curso de cocina o a un taller sobre los diferentes tipos de plantas de alta montaña y sus correspondientes efectos terapéuticos. La Oficina de Turismo de Innsbruck ofrece en verano a quienes se alojen en la ciudad o en cualquiera de las 25 aldeas de sus inmediaciones numerosas actividades gratuitas.
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