Basta alejarse un kilómetro de la última casa de Ulán Bator para que aparezca el vacío que define el paisaje de Mongolia. Es la estepa sin fin, extensos pastizales sin árboles en los que se pueden divisar rebaños de camellos o de cabras. Muy de vez en cuando aparece un poblado, una fila de casas alrededor de una gasolinera y una tienda de comestibles. Después, otra vez el vacío del país con menor densidad de población del mundo.
A primera vista el camino a Karakorum, la capital de Genjis Ja, es fácil. Son 375 kilómetros por un paisaje ajeno al tiempo, que ha debido de cambiar muy poco desde los tiempos de Gengis Jan.
Al lado del lugar donde Gengis Jan estableció su capital en el año 1220 aparece ahora Kharkhorin, un villorrio de 9.000 habitantes que vive alrededor del mercado. Cuando estos cierran al final de la tarde el lugar parece un depósito. En medio, unas mesas de billar atraen a los jóvenes que buscan desesperadamente un lugar en el que reunirse y entretenerse.
En el siglo XVI, se levantó Erdene Zuu, la lamasería más importante del país. Es el edificio más importante que se conserva en la zona, aunque lo que queda no es ni la sombra de su antiguo esplendor. Este monasterio llegó a tener casi cien templos en todo el recinto.
Hoy, y gracias a la restauración de los últimos años, hay tres templos que reviven su antiguo esplendor y continúa siendo un punto importante para la historia y la cultura de Mongolia. Su colección de pinturas y bordados es excelente, y en su biblioteca se conserva una buena colección de manuscritos y textos impresos con planchas de madera.
Más información| Karakorum Wikipedia, Erdene Zuu, Erdene Zuu Monasterio, Kharkhorin