La Basílica de San Pablo se ubica en la romana vía Ostiense, a 11 kilómetros de San Pedro y cerca de “Las tres fontanas”, sitio donde San Pablo fue martirizado. Después de la Iglesia de San Pedro, la Basílica de San Pablo Extramuros es la más grande de Roma. Imponente y monumental, se destaca por el amplio espacio que la separa de los edificios periféricos. Construida sobre la tumba del apóstol San Pablo (según cuenta la tradición), esta basílica es una de las cinco más antiguas de Roma.
Fue erigida gracias a los deseos del emperador Constantino el Grande en 314, luego fue reconstruida por orden de Valentiniano II en el 386 y por Onorio en el 395.
Los rastros de decoración con estilos bizantinos, renacentistas y barrocos fueron borrados en un incendio en el año 1823, aunque aún se pueden apreciar ciertos elementos originales en su espléndida estructura. Luego del siniestro, el papa León XIII encargó su restauración manteniendo las formas y dimensiones de la anterior, por lo que la nueva Basílica fue consagrada en el año 1832 por el papa Pío IX, siendo una copia fiel de la antigua iglesia.
La entrada de la Basílica se hace a través de un atrio de 70 metros de lado y 150 columnas, precedido por un jardín. En este se destaca la estatua de San Pablo, obra de José Obici. El interior, por otro lado, es un lugar inmenso y luminoso, que cuenta con numerosas estatuas, escudos de los Papas y más de 30 frescos que hacen referencia a diversos momentos en la vida de San Pablo.
Anualmente se clausura, todos los 25 de enero, en honor al día de la conversión de San Pablo en la Semana de la Oración por la Unidad de los Cristianos.