Con la llegada de las grandes compañías a Dubai también migran inmensos contingentes de personas en busca de trabajo. Obviamente la paga es en muchos casos superior a la de su país de origen, sobre todo en el caso de los obreros. Pese a ello es bastante insuficiente si lo comparamos con las rentas que generan las construcciones llevadas a cabo por millones de obreros eventuales en Dubai, quienes no cuentan con el derecho de pedir documentos permanentes, sino que le son retenidos indefinidamente. Es decir, se hace muy complicado salir del ambiente laboral dubaití.
Esto añadido al estado de hacinamiento en que viven los trabajadores, exceso de carga laboral, carencia de vacaciones y otras condiciones laborales lamentables ha derivado en manifestaciones sin precedentes en Dubai, país cuya ley prohíbe la formación de sindicatos y las manifestaciones.
Éste es el lado gris de Dubai, que probablemente los documentales oficiales no lleguen a abordar, pues por otra parte en el país existe una restricción a la información que sale de él. Sin embargo, distintas organizaciones de derechos humanos han protestado ante los malos tratos que sufren el grueso de los obreros en Dubai y ante la ausencia de legislación laboral en Dubai, emplazando a la OIT para que obligue al emirato a suscribir convenciones laborales que permitan la agremiación de los trabajadores.
Qué tan bueno es vivir en Dubai dependerá de la condición económica, social, cultural y hasta geográfica en la que estemos. No es lo mismo viajar con un paquete de inversiones a cuestas, que hacerlo porque nos contaron que hay mucho trabajo allá. Tampoco le será igual a un gran creativo de la construcción doctorado en Europa Occidental que a su equivalente pakistaní o latinoamericano.
Dubai es bella como lugar hecho para el disfrute y maravilla del visitante y para desafío de los tecnólogos que busquen poner una innovación en vitrina. Pero, aún tiene esas grandes contradicciones que encierran las grandes creaciones en las que participan numerosos grupos humanos. El poco valor que se les da a los autores invisibles de sus rascacielos, de sus aeropuertos o de sus islas con formas antojadizas.
No olvidemos que las pirámides de Egipto también se erigieron sobre la fuerza de miles de hombres sin nombres en la historia. No estaría mal si Dubai desacelerara un poco en su carrera por ser mejor que Miami o Tokio y reparara que el bienestar de sus habitantes es también una buena inversión, sobre todo para colmar las expectativas de los visitantes que buscan una urbe muy bien equilibrada.