En la Cordillera Cantábrica y en los Pirineos, humanos y osos pardos comparten el mismo espacio. El oso evita el contacto con las personas, pero en determinadas circunstancias podría ser peligroso. En el caso de encontrarnos con uno oso, o, una osa con sus crías, debemos saber reaccionar.
Se debe evitar el exceso de confianza, la curiosidad o el pánico al ver el animal, si se siente amenazado nos atacará.
Hay que avisar al animal de nuestra presencia dejándonos ver y oír a una cierta distancia. No debemos movernos con brusquedad, ni cortarle el paso. En el caso de un encuentro con una osa y sus oseznos, no interponerse nunca entre la madre y sus crías. Hay que alejarse despacio del lugar y disfrutar de los osos a distancia.
No se sabe en las últimas décadas de casos de osos que hayan matado a personas, y los encuentros que ocurren suelen saldarse sin incidentes si se tienen en cuenta estas recomendaciones.
El oso es un animal difícil de ver que elige parajes abruptos y recónditos para vivir. Es durante la primavera, cuando tiene lugar el celo, cuando los osos machos marcan con mordiscos y arañazos los troncos de los árboles para comunicar su presencia e intenciones.
También las hembras y los jóvenes osos arañan y se rascan en los troncos de los árboles, donde se restriegan para impregnar su olor, suelen dejar sus característicos pelos, ligeramente ondulados y suaves al tacto. Es posible detectar ramas rotas que evidencian que un oso ha trepado a un roble o a un cerezo para alimentarse.
Info| oso pardo
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