Hay muchísimos lugares por visitar en una ciudad tan maravillosa como Viena, pero si lo que quieres es echar un rápido vistazo a la historia de esta ciudad desde el siglo XVII hasta nuestros días, es de obligado paso la visita a la Cripta Imperial, donde reposan los cuerpos de 146 nobles austríacos desde los que ordenaron su construcción hasta nuestros días.
Estos primeros emperadores en reposar en su propia creación fueron Ana del Tirol (quien tuvo la idea de construir esta cripta) y su marido, Matías I que ordenaron la construcción en 1622 y murieron antes de poderla ver finalizada del todo. Su construcción se mandó hacer cerca del Palacio Imperial de Hofburg. Sus cuerpos reposan en el interior de la Cripta Imperial desde 1633.
En principio la cripta estaba pensada para albergar los cuerpos de sus creadores, pero a los emperadores siguientes les gustó la idea y Leopoldo I, José I y Carlos VI mandaron ampliarla para ser enterrados también en ella. Se siguieron haciendo obras y en 1840 se tuvo que derribar y construir el monasterio que la cubría por el mal estado en el que había quedado.
Durante los años setenta, el deterioramiento de las tumbas por el calor y la humedad y se realizó una reestructuración interior que se acabó de realizar en 2003 cuando se habilitó para la visita de minusválidos y se instaló aire acondicionado, lo que ayuda a mantener mejor la temperatura de la cripta. Para ello fue necesario el movimiento de las tumbas de centenares de personas enterradas en la cripta.
En las diez cámaras en las que se reparte la cripta, debemos destacar tres por encima del resto. La primera, la de los fundadores, Ana del Tirol y Matías I que al ser los creadores se quedaron, por supuesto, con un lugar privilegiado. Además, vale la pena observar con atención la Toscana y la Bernardina. Como curiosidad, cabe decir que la última persona que ha sido enterrada en esta cripta data de 1989, hace tan solo 21 años.