Para conocer a fondo la Chapada Diamantina lo mejor es realizar una caminata de varios días por el interior profundo del parque. Esta zona ha estado siempre habitada por pequeñas poblaciones dispersas que se dedicaban a la caza y la agricultura.
Normalmente nadie está autorizado a vivir en un parque nacional, pero en este caso se llegó a un acuerdo que permitía a los antiguos pobladores continuar en sus tierras, restringiendo ciertas actividades, pero con la posibilidad de obtener un cierto beneficio de los excursionistas que recorren la zona.
Así, es una delicia caminar por estas veredas trazadas hace siglos, cargado con muy poco peso, sabiendo que al final de la jornada se puede dormir confortablemente en una casa que ofrece una buena cena y, a la mañana siguiente, un excelente desayuno.
Este tipo de turismo permite mantener ciertos tipos de vida de los campesinos, que sacan provecho económico de los visitantes, mientras se convierten al mismo tiempo en los mejores vigilantes de este mundo natural tan poderoso como frágil. El viajero, al mismo tiempo, aprende de los antiguos modos de vida de sus huéspedes.
El valle de Patí es uno de los mejores lugares para recorrer durante dos o tres días, aunque la cachoeira da Fumaça -la cascada del Humo- con sus casi 350 metros, es uno de los destinos más espectaculares y, por tanto, más visitados.
Los que no puedan o no quieran caminar por los valles escondidos cuentan con bastantes lugares de fácil acceso para visitar por los alrededores. El morro do Pai Inácio es un peñón que se encuentra al lado de la carretera y ofrece algunas de las mejores panorámicas de la zona. Las grutas Poço Azul y Poço Encantado guardan lagos interiores bellísimos.
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