El arrecife de Belice, considerado una de las siete maravillas submarinas del mundo, es el segundo más grande del mundo, después del de Australia, lo que quiere decir que es el mayor de todo el hemisferio norte, está tan solo a unos minutos de la isla, convertido en uno de los principales reclamos de la industria turística con mayor crecimiento de toda América Latina.
El fondo submarino de este apasionante arrecife pasa por ser conocido como el que más vida acuática tiene por metro cuadrado que cualquier otro espacio marino. Eso, para los apasionados de este deporte o para los sorprendidos primerizos, no deja de marcar con una profunda huella esa parte del cerebro encargada de guardar nuestros recuerdos. Recuerdos que serán, y nunca mejor dicho, como valiosos tesoros de piratas del caribe.
El punto más visitado de todo el arrecife es Ambergeris, donde su puede bucear y esnorquelear en el Agujero Azul, una cueva a 400 pies de profundidad, filmada por el equipo de Jacques Cousteau para sus documentales. Otros lugares igualmente memorables son Hol Chan y Shark Ray Alley, en donde se puede compartir corrientes submarinas con atunes de aleta amarilla, tiburones, peces perico, barracudas y anguilas.
Pero no todo va a ser vida en el agua. No, de eso nada. Otro de los puntos fuertes de un viaje a Belice, es la estancia la ciudad de San Pedro, la única de la isla. Con una población de 4.000 habitantes, multicultural, mezcla de hablas castellana e inglesa, con variados orígenes y múltiples celebraciones y festividades, llenas de color y magia.
En ellos se bailan muy diferentes tipos de músicas, se degustan platos mezcla de tradición colonial y sabor caribeño, todo ello para no abandonar la sensación de estar en un lugar muy particular de este planeta que llamamos Tierra.