No es sólo la cima del Mont Blanc, la cumbre más alta de Europa fuera del Cáucaso. A su lado aparecen la Aiguille du Midi, los Drus o la Aiguille Vert. Nombres míticos para todos los aficionados al alpinismo, donde algunos forjaron su leyenda e inscribieron su nombre en la historia del alpinismo.
Todas estas cimas son visibles desde Chamonix, en el fondo del valle, o desde los miradores de las Aiguilles Rouges, que ofrecen una panorámica excepcional de algunas de las cumbres más difíciles y deseadas por los alpinistas.
Todo empezó en Chamonix. Primero cuando un par de aristócratas ingleses descubrieron el valle en 1741 y lo dieron a conocer de manera que pronto se consideró una etapa de Le Grand Tour. Más tarde, en 1760, Horace-Bénédict de Saussure, ofreció un premio al primero que conquistara la cima del Mont Blanc, lo que no se consiguió hasta 1786. El teleférico a la Aiguille de Midi (3.842 metros, a menos de mil de la cima del Mont Blanc) es una experiencia sobrecogedora.
Completamente diferente es la experiencia que ofrece el tren de cremallera de Montenvers, que en pocos minutos permite acceder a la Mer de Galce, el Mar de Hielo, el enorme glaciar que desciende de las altas cumbres. Las vistas de los Grandes Jorasses y los Drus son espectaculares.
Más información| La Compagnie des Guides de Chamonix, Compagnie des Guides de Saint Gervais, el tren de cremallera de Montenvers