Dentro de los muchos encantos que podemos disfrutar en República Checa, existe uno, que cumple con todos los deseos para ser un destino excepcional, la ciudad balneario de Karlovy Vary, en la Bohemia.
Es el balneario más grande que existe en la República Checa. Esta hermosa ciudad fundada por el Emperador Calor IV fue por largo tiempo un centro urbano muy importante.
Rodeada por un impresionante paisaje de montañas, su estilo fue cambiando a los largo de los años y en siglo 19 tuvo una gran transformación en lo que a su arquitectura se refiere, mezclando modelos arquitectónicos del pasado con el incipiente modernismo que nacía en la época.
Sus famosas fuentes termales, que tienen efectos curativos, fue lo que hizo tan conocida a esta ciudad y de las casi cien fuentes que existen en la actualidad, para realizar las curas, sólo se utilizan unas doce.
El balneario más conocido es el que mandó a construir el mismo emperador en el año 1350, con aguas que poseen importantes efectos para el tratamiento de diferentes enfermedades.
Además de la actividad balnearia, existen aquí monumentos religiosos de gran interés como la Iglesia de San Andrés, la ortodoxa de San Pedro y San Pablo y el Teatro Municipal, con una gran actividad cultural como el Festival Internacional de Jazz o el de Música de Mozart.
Esta ciudad se relaciona también, con la producción de porcelana y cristal de gran refinamiento y calidad y por la fabricación de un licor de hierba llamado Becherovka, muy apreciado en toda Europa.