En una pequeña localidad siria, a poco más de 50 kilómetros de la capital, Damasco, no hay grandes monumentos ni importantes vestigios del pasado arrancados de la tierra, su gran tesoro ni se toca ni se ve. Simplemente, se escucha. En Maalula todavía hablan en la misma lengua que lo hizo Jesucristo, el arameo.
La hablan sus 5.000 habitantes y es la misma que el Imperio Persa llegó a propagar desde Egipto a la India en su época de máximo esplendor, pero que ahora, sin embargo, está a un paso de la extinción porque ya sólo la hablan poco más de 18.000 personas.
Maalula es un pueblo de mayoría cristiana en Siria, un país musulmán, que siempre se ha mostrado tolerante en cuanto a las religiones. Allí es más fácil que te saluden con el ibla jatita (hola en arameo) que con el tradicional salam alekum. El pueblo tiene un aspecto casi de postal, encaramado al acantilado de colores bíblicos que dibujan los Montes Qalamoun, sus humildes casas juegan a funambulistas desde hace siglos.
Los turistas llegan hasta aquí casi con la única intención de poder escuchar el rezo del Padre Nuestro en arameo. Sin embargo, poco más oirán allí en la vieja lengua de Jesucristo, porque la misa se celebra casi en su totalidad en árabe, la misma lengua en la que están escrita las biblias que hojean los feligreses.
Con cierta frustración, muchos se dirigen después a las tiendas de los templos, donde por unas pocas libras sirias adquieren grabaciones en arameo para recordarlo siempre. Mientras, en sus calles, niños y adultos siguen conversando en una lengua milenaria.
Más información| Maalula Wikipedia, Un lugar llamado Maalula