Tres islas ancladas en la bahía de Galway, al oeste de Irlanda, la más grande de las cuales, Inihsmore, es más pequeña que Madrid. Lugares perfectos para encontrarse, y perderse de los demás.
La manera habitual de llegar sigue siendo en ferry desde Galway o Connemara. Vista con sol, Inihsmore parece una puesta en escena para reivindicar la vida de campo. La isla está atravesada de sentimentalismo, de símbolos de cultura celta. Es dominio de leyendas y de mitos, por lo que no es casualidad la presencia de iglesias.
Entre ellas destaca el conjunto de seven churches, que incluye cementerio con vistas al mar y restos de lo que en los siglos VIII y XII fue un monasterio al que acudían a instruirse los santos, así como la capilla más pequeña de Europa, St. Benen.
Hay dos policías, dos escuelas y, por poner un dato representativo, un profesor de música para las tres islas, lo que sin duda habla en favor de la calma.
La isla de Inishmaan y la de Inisheer son las otras dos del archipiélago. Se puede acceder a ellas en avioneta o en barco. En la primera se encuentra el pub Teac-Osta que mantiene el hogar encendido y el mando a distancia de la televisión en manos de los clientes, que van en zapatillas a beber Guinness.
En cualquiera de las islas se sirve el irish breakfast. Sólo tiene dos huevos revueltos, dos lonchas de beicon, dos salchichas, una morcilla blanca, una morcilla negra, judías y un tomate.
Tranquilidad y buenos alimentos.
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