A unos 45 km de Denham, aislada en la nada de la Australia Occidental, se encuentra Shell Beach, una de las pocas playas al mundo formada por millones de pequeñas conchas blancas. La playa mide 110 kilómetros y tiene una profundidad de 10 metros. ¡110 kilómetros de conchas!
El mar tiene agua caliente, azul y cristalina. Entrando en el mar hay que caminar bastante para que el agua cubra el cuerpo. El fondo también está repleto de conchas, talmente compactas que en pasado se extraían en bloques y se producían ladrillos para construir las casas. Hoy en cambio ya no se usan para edificar, ahora se usa mezclarlas a la comida de las gallinas, esto garantiza la producción de óptimos huevos.
También encontramos “camas de piedra”, otro modo de llamar a los estromatolitos. Osea, rocas formadas por microorganismos unicelulares que son los más antiguos del planeta. De hecho aparecieron hace 3500 millones de años y segregando oxígeno, afortunadamente para nosotros, nacieron otra formas de vida.
El blanco de las conchas que se contrapone al mar azul y cristalino, un sitio mágico. Y aunque todos la conocen como la playa de conchas, he querido bautizarla “La Playa de Venus”, la Diosa del amor que nació de una concha y de la espuma del mar, así como la pintó el Botticelli. ¡Pero bien contenta estaría la Diosa de pegarse un baño en esta magnífica playa!
Vía| Wikipedia