Si sólo podemos dedicarle un par de días a la gran zaragoza, conviene aprovechar cada minuto al máximo. Lo primero que debemos es selecionar que vamos a visitar crear un recorrido pensado y bien organizado.
A modo de ejemplo y destacando los puntos más interesantes, podríamos comenzar por la Plaza de las Catedrales, a la que se asoma La Seo o Catedral de San Salvador, consagrada en 1121 y que supone un auténtico compendio de estilos arquitectónicos, como el románico, mudéjar, barroco y neoclasicismo, que conviven en ella.
Es difícil hacer una selección, pero hay algunas paradas ineludibles, como el retablo mayor en alabastro de Pere Johan y Hans Piet d´Anso, el coro y el trascoro renacentista, el cimborrio mudéjar, la capilla, en el mismo estilo, de la Parroquieta, o la de San Bernardo de Claraval, una de las obras más suntuosas del Renacimiento en España.
De la plaza de las catedrales al que quizás sea el monumento más conocido de toda Zaragoza: la Basílica de Nuestra Señora del Pilar. La encontraremos tras pasar el Ayuntamiento, que imita el modelo de los palacios renacentistas. Si levantamos la vista un poco más nos aguardan las pinturas que Goya y los hermanos Bayeu idearon para sus cúpulas.
No nos podemos ir sin visitar el Patio de la Infanta, magnífica obra del Renacimiento aragonés con su suntuosa decoración, entre la que se incluyen una serie de óleos de Goya. De nuevo, dos épocas históricas diferentes unidas en el mismo lugar.
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