Alguien del trabajo nos contó hace días que éste verano había hecho el Camino de Santiago en bicicleta. Nos habló de las rutas que había seguido, los lugares que había visitado y la gente que había conocido. Me admira que una experiencia cuyo trasfondo es profundamente religioso sea tan popular entre personas de diferentes antecedentes, nacionalidades y creencias. Y es que parece haber razones muy diversas para hacer el Camino.
Por supuesto, están las relacionadas con la espiritualidad, la religiosidad, la búsqueda de sentido en la vida, etc. Pero también tenemos las puramente pragmáticas, como el hecho de que durante todo el trayecto el peregrino se va encontrando lugares de gran belleza natural e interés histórico.
Los que escogen el Camino Francés, por ejemplo, pueden aprovechar para visitar con calma los tesoros históricos de Santo Domingo de la Calzada, y los que van por el Camino de la Costa o Camino Norte pasarán cerca de lugares tan bonitos como Zarautz, Santillana del Mar, San Vicente de la Barquera, Llanes o Ribadeo… por mencionar solo unos pocos. Lo mismo pasa con el resto de las rutas, no en vano el Camino de Santiago fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO – por no mencionar el hecho de que a lo largo del mismo se encuentran hasta nueve espacios declarados Patrimonio de la Humanidad-. Y es que la Península Ibérica rebosa riqueza histórico-cultural, aunque tal y como está el patio en nuestros días, cualquiera lo diría… lo de la cultura sobre todo.
A lo que vamos, que me descentro… además de los tesoros repartidos a lo largo del Camino, tenemos el que se encuentra al alcanzar la meta: Santiago de Compostela, una ciudad centenaria que posee un impresionante conjunto monumental. ¿Qué os parece? ¿Os animaríais a hacer el Camino? ¿Lo habéis hecho ya? ¡Contadnos vuestra experiencia!