Fotografía de Alberto Ceballos
Mis planes para éstos días de fiesta se vinieron abajo a última hora de forma inesperada. Ante mí se presentaban dos opciones: ponerme a buscar alternativas en modo “estrés” o aprovechar la coyuntura para una buena cura de sueño y hacer turismo por mi ciudad. Me decidí por esto último.
Googleé “programa de actividades para Semana Santa en Bilbao” y descubrí que, con el tema BASQUE FEST se habían organizado más de cien actividades estratégicamente repartidas, para todos los gustos y edades. Así que me colgué la mochila a la espalda y cámara en ristre salí a disfrutar de un día de turismo en casa.
Una amiga catalana recientemente afincada aquí se apuntó a la excursión, y juntas nos fuimos a la artisautza azoka (feria de artesanía de primavera) junto al Teatro Arriaga. Dulces, joyería,torneado en madera, jabones naturales, vidrio soplado, cerámica, chocolates gourmet… toda una mezcla de imaginación y expresión artística, que una, que carece de ambas cosas, no puede por menos que admirar.
De camino al edificio de la Alhóndiga, que sería nuestra segunda parada, hicimos un alto en la nueva Oficina de Turismo Bilbao, situada en la Plaza Circular. Parece mentira que viva aquí, ha sido la primera vez que entro, y la verdad es que merece la pena verla por dentro.
Estaréis pensando: pero bueno, ¿qué visita es esa? ni el Casco Viejo de la ciudad, ni el Museo Guggenheim, ni un paseo en barco por el Nervión, ni el Puente de Calatrava, ni el Palacio Euskalduna, ni las torres Isozaki… ya, es lo que tiene hacer turismo en casa, que puedes dejarte cosas para otro día, y esas a las que no fuimos ayer, ya hemos ido otras veces… y volveremos a ir.
Como os contaba, nos fuimos desde Abando (Plaza Circular), hasta Indautxu, donde está la Alhóndiga. De camino nos paramos frente al edificio de la Diputación, tan impresionante por fuera como fascinante por dentro, y admiramos unos instantes la Biblioteca que se esconde detrás, su fachada de cristal exhibe descarada los libros, mientras se tapa a medias con el reflejo del edificio que tiene delante. El nuevo Bilbao, ecléctico por los cuatro costados.
Finalmente llegamos a la Alhóndiga, un Centro de Ocio y Cultura orientado al crecimiento integral de la persona. Dentro de las instalaciones encontramos: gimnasio, piscina, cines, tres plantas de Biblioteca, sala de estudios, cafeterías y restaurantes, tiendas, espacios que se alquilan para acontecimientos institucionales, culturales o artísticos… y rincones para simplemente sentarse a observar y disfrutar.
Después de esa caminata, empezamos a desfallecer, así que nos acercamos al Amorino que se encuentra al final de la calle Iparraguirre (frente al museo Guggenheim), donde se puede degustar un exquisito chocolate con leche de soja (para quienes vivimos reñidos con los lácteos), y de allí nos fuimos a uno de los incontables bares de pintxos de la ciudad. Ya metidas en ambiente, de camino a casa, cayó un helado de queso idiazábal, membrillo y nueces en la heladería Nossi-Bé en la calle Navarra. Yo, de poder comer uno, me hubiese decantado por el de queso de cabra con miel, o por uno de chocolate… quizá el de chocolate con naranja, o el de chocolate con nueces… ainssss… es que en pocos sitios hacen los helados como ahí.
Nos hemos dejado muchas cosas en el tintero. La que más me apetece quizá sea visitar el Museo Arqueológico, Etnográfico e Histórico Vasco. Cuando vayamos ya os contaré qué tal.
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