Era el 1961 cuando en Cuba decidieron parar el éxodo de masa de las personas en fuga de la revolución del 1959. Hoy llega la noticia: después de cincuenta años los cubanos vuelven a ser libres de dejar la isla y de ir al extranjero con el solo pasaporte en la mano.
Desde el 14 de enero de 2013, en efecto, ya no serán necesarios ni el ‘permiso de salida’ (el así llamado ‘papel blanco’, hasta ahora concedido a discreción de las autoridades), ni la ‘carta de invitación’ del extranjero. Además, si antes los cubanos no podían permanecer fuera de Cuba por más de once meses, con el riesgo de confiscación de los bienes y de ser considerados definitivamente emigrados sin más posibilidad de regreso, desde enero la permanencia al extranjero aumentará de 11 a 24 meses.
La reforma de las leyes migratorias es la última de una serie de reformas votada por el gobierno del hermano de Fidel, Raúl. Aunque fuertemente esperada por los cubanos, la decisión ha levantado polémicas: objeto de la contestación son los límites impuestos a algunas categorías de personas, no precisadas en el texto de la disposición.
Si en efecto hoy para médicos, científicos y militares era prácticamente imposible ir al extranjero, también por períodos limitados de tiempo o por trabajo, no se sabe lo que ocurrirá en futuro. El régimen tiene en efecto declarado de querer seguir “preservando el capital humano creado por la Revolución frente al robo de talentos aplicados por los potentes.”
¡La plataforma de la oposición al extranjero, Cuba Democracia ¡Ya!, sustenta que la reforma no garantizará el derecho a la libre circulación de los cubanos y que el ‘filtro migratorio’ continuará, ya que será ejercitado sobre la concesión o menos del pasaporte.
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