El patio de la Acequia es un patio de crucero con parterres ajardinados a los lados, presidido por un canal longitudinal por el que transcurre la Acequia Real o del Sultán. Esta acequia se encuentra adornada desde el S.XIX por dos filas de surtidores que cruzan sus chorros de agua creando un bonito efecto visual (aunque no sonoro). En el lateral del patio encontramos un estrecho corredor-mirador incorporado en época cristiana en cuya parte central todavia podemos contemplar la decoración de yesería del original mirador nazarí. Todo el patio queda rematado por por el Salón Regio situado en el pabellón norte del palacio y precedido en primer lugar por un pórtico de cinco arcos y justo después una triple arcada con columnas y capiteles de mocárabes realizados en escayola. En el grueso de los muros interiores encontramos las habituales taqas decoradas con inscripciones epigráficas que nos hablan de las actitud que debía tener la persona que en este patio fuese recibida en audiencia privada por el sultán:
“Entra con cordura, expresa saber, sé parco en palabras y sal en paz”.
El siguiente espacio que encontramos en el Generalife se llama el Patio del Cipres de la Sultana. Este ha sido, a lo largo de los siglos uno de los lugares más modificados con respeto a la apariencia original que tenía el lugar en el siglo XIV. El Generalife perteneció a una familia granadina durante casi cuatro siglos después de la Reconquista, por lo que a lo largo de todo ese tiempo la residencia experimentó numerosos cambios en la estructura nazarí. Lo que sí queda de la época islámica es el viejo tronco del ciprés que da nombre al patio. La leyenda dice que casi al final de la dinastía nazarí, Boabdil, el último rey moro de Granada sorprendió a su esposa con un miembro de la familia de los Abencerrajes. Esta familia había logrado acumular una gran cantidad de poder dentro de la corte de Boabdil. Todo este poder, junto con el episodio de infidelidad hizo a rey llamar uno por uno a todos los miembros de esta familia a una habitación privada en el interior de la Alhambra. Una vez allí, Boabdil iba ordenando a sus guardias degollar a los miembros del clan. A partir entonces, la habitación donde ocurrió el asesinato recibe el nombre de la Sala de los Abencerrajes. La leyenda dice que ese día, el agua de la Alhambra corrió teñida de rojo por todas las fuentes del Palacio de los Leones.
El Paseo de las Adelfas fué concebido como acceso directo a la zona alta del palacio del Generalife. Sin embargo, hoy en día se usa como vía de salida de las visitas turísticas. Este paseo, que enlaza con el Paseo de los Cipreses, fué proyectado en 1862 con motivo de la visita al monumento de la reina Isabel II. Este lugar destaca por la bóveda de adelfas que nos acompaña durate casi cien metros. Pero sobre todo es interesante pararse a observar los ejemplares de Arrayán Morisco que encontramos al principio de paseo y que nos acompañan hasta salir del Generalife. Esta planta tan característica de la Alhambra, cultivada aquí desde tiempos de la Edad Media, estuvo al borde de la extinción aunque gracias a un cuidadoso proceso de jardinería llevado a cabo por el Patronato de la Alhambra y el Generalife pudo ser recuperada.
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