Hace unos seis meses, el departamento de marketing de Sony Pictures pensó en colorear de “azul pitufo” un pueblo entero para promover el lanzamiento de la nueva película de los Pitufos. Esta suerte corrió Júzcar, un pueblo cercano a Málaga, donde las casas son ahora de color azul celeste.
La semana pasada, después de 150 días de azul, los habitantes españoles del pueblo han decidido hacer el cambio permanente. Las razones son obvias y todas comerciales: en un año se pasó de 300 turistas a 80.000 visitantes.
Más allá de la estrategia de publicidad provocativa, es interesante que una marca se haya visto involucrada en trastornar la economía de un pueblo, transformándolo para siempre en un parque temático que se nutre de maratones, bodas azules, exposiciones, ferias, mercados y otras ocasiones para los fans más ávidos de “Los Pitufos”.
Hace un par de días salieron los resultados del referéndum, el alcalde de Júzcar, que ahora lo llaman “Papá Pitufo”, responde a las inquietudes planteadas por los medios de comunicación: “Nuestros amigos azules son ecologistas convencidos y son grandes fans de los hongos, al igual que nosotros.”
Pues bueno, si hasta ahora los pitufos constituían una comunidad secreta ahora ya sabéis por donde paran. Esperemos tan sólo que no se enteren también Gargamel y su gato Azrael, si nos las tienen claras.