El viaje no siempre es saludable sólo en su destino, sino también, en muchos casos, a lo largo de su arribo. Esto sucede cuando los caminos que conducen hacia el lugar escogido presentan una variedad asombrosa en cuanto paisaje y, por lo tanto, generan el disfrute de los mismos.
Uno de ellos lo constituye, justamente, la carretera costera del Pacífico, la cual comprende el recorrido que va desde el puente Golden Gate, de San Francisco, hasta Los Ángeles. Se trata de 781 km en California donde se sobrepasa ni más ni menos que el Big Sur sobre los acantilados y el Castillo Hears.
Otra opción, la constituye el recorrido de 364 km que une a Glasglow con Skype, con el lago Loch Lomond de por medio. A su vez, la gran carretera Oceánica de Australia permite la vista de acantilados verticales de piedra caliza y de la exuberante selva tropical en sus 257 km que van desde Torquay hasta Warrnambool.
Con 617 curvas muy cerradas y 56 puentes angostos, la impresionante ruta de 80 km que recorre la carretera Hana de Maui parece ni más ni menos que una montaña rusa. Por su parte, tal vez un convertible sea la mejor opción para atravesar los 180 km que comprende la Riviera francesa, en la que se atraviesa por acantilados y bahías bordeadas de palmeras.
Una vez derretida la nieve, la carretera de los glaciares Icefields Parkway exhibe mejor que nunca todas sus cascadas, glaciares y altas cumbres.
A su vez, otras recomendaciones recaen en las carreteras que comprenden los 805 km de la Garden Route, el eterno recorrido de Haugesund a Cabo Norte en Noruega, la carretera de Grossglockner en Austria y los 990 km que unen a Nelson con Invercargill, en la isla Sur de Nueva Zelanda.