Fotografía: Wikipedia
Otro elemento español entrado en el Patrimonio de la Humanidad, el cuarto que hemos visto hasta ahora de los cinco, concierne a los así conocidos como “castells” o “castillos catalanes”.
Los castells son torres humanas que se erigen en las plazas de las ciudades y pueblos de Cataluña, normalmente delante de la fachada del balcón principal del ayuntamiento, en ocasión de celebraciones y festividades anuales. A construir estas torres tan particulares cuanto temerarias son grupos de aficionados que se transmiten esta costumbre desde hace ya doscientos años.
La construcción del castell es un verdadero espectáculo y requiere grandes entrenamientos. Las personas que lo erigen se llaman “castellers”; estos se colocan unos encima de los hombros de los otros, empezando por el “tronc” que está constituido por los dos primeros niveles y donde normalmente se colocan los hombres más robustos. Los castellers se van elevando de esta manera hasta llegar a la construcción total de la torre, que puede llegar hasta diez pisos. Claramente en los pisos superiores de la torre encontraremos muchachas y muchachos jóvenes y esbeltos, mientras que en los últimos tres niveles de la torre, denominados la “pom de dalt”, encontraremos niños y niñas. Antes, durante y luego de la formación del castell, los músicos ejecutan con una dulzaina llamada “gralla” varias músicas populares; la música decide el ritmo de construcción de la torre.
Una formación particular del castell es la “pinya”, donde cualquiera puede participar a la formación de la base de la torre, aunque es fácil distinguir a los castellers gracias a sus vestidos, puesto que llevan la camiseta del mismo color.
Decididamente un bonito espectáculo por presenciar.
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