Se encuentra en el corazón de Europa y además de los relojes y bancos, dejando de lado los tópicos, es una ciudad que merece la pena visitar. Su historia está marcada por la tolerancia de sus gentes, más de 200 sedes de organismos internacionales lo justifican.
¿Y por qué hablo de tolerancia? Ya en el siglo de Oro acogieron a políticos y religiosos perseguidos convertidos al protestantismo…
La ciudad está a orillas del Lago Leman. Se hacen cruceros de todo tipo por el lago: de 1hora, de 1 día, gastronómicos y nocturnos.
La visita se debe comenzar por la orilla izquierda, desde la colina. Allí está la catedral protestante de San Pedro y la plaza Bourg-de-Four. Desde allí puedes callejear por el casco antiguo y sus calles estrechas, la casa Tavel y seguir por el Ayuntamiento, el Museo de Arte e Historia hasta el parque Promenade des Bastions. Una de las calles antiguas mejor conservadas es la Grand Rue, dónde nació Jean Jacques Rousseau.
Durante el mes de diciembre, se celebra en la ciudad la Fiesta de la Escalada. Se conmemora la derrota del duque de Saboya la noche del 11 al 12de diciembre de 1602 que intentó apoderarse de la ciudad para transformarla a la fe católica. Los ginebrinos salen a la calle vestidos de época.
La Cruz Roja fue fundada e impulsada por Henri Durant y la Sociedad Ginebrina de Utilidad Pública (todos suizos). En reconocimiento a ellos y su neutralidad, el emblema tiene los colores inversos a la bandera suiza.
Más Información | Turismo de Suiza, Información de Ginebra