Si estás planeando un viaje vacacional y no quieres recaer en los destinos recurridos en masa, una de tus mejores opciones será Escocia. Dicho país no sólo posee una gran riqueza a nivel histórico, cultural y arquitectónico, sino que además posee una de las industrias de whisky más prolíferas de Europa. Una de las destilerías más reconocidas para visitar es la Glenkinchie, cuya fundación se remonta a varios cientos de años.
Este sitio está ubicado a escasos kilómetros de Edimburgo, y los primeros registros de fabricación de bebidas alcohólicas en la zona datan del siglo XIV, cuando el lugar era conocido como Destilería Milton. Con el paso de los años, el lugar fue cambiando de propietarios, aunque manteniendo siempre como actividad primaria la producción de whiskey.
Sin embargo, durante la década de 1850 la empresa quedó en bancarrota y las puertas de las fábricas cerraron durante treinta años, hasta que fue reactivado por un grupo empresario proveniente de Edimburgo. Desde entonces la fabricación de la mencionada bebida alcohólica se realizó sin mayores sobresaltos.
Con el correr de los años, el whisky producido en la Destilería Glenkinchie fue cobrando fama dentro del mercado de preparaciones de alto porcentaje etílico, sobre todo gracias a un sabor particular otorgado, según los especialistas, por el agua utilizada proveniente de las colinas de Lammermuir.
Desde la década del sesenta, este establecimiento posee un museo que es visitado por muchos turistas todos los años, quienes se interesan acerca de la historia de las instalaciones y del proceso llevado a cabo para la preparación y añejamiento de la bebida producida. Además, en la actualidad existe un centro de degustación preparado para que todos los que se acercan al lugar prueben un poco de whiskey antes de que salga al mercado.
No te pierdas la oportunidad de conocer este fantástico sitio, donde podrás aprender muchísimo acerca de la elaboración de una de las bebidas más populares del mundo.