Una de las obras hidráulicas más importantes del mundo se encuentra en Holanda, y se trata del gran dique Oosterschelde, que fue construido para evitar que las subidas abruptas en la marea del Mar Rojo provoquen desastres dentro del territorio de los Países Bajos. La idea para la construcción surgió después de una gran inundación ocurrida a mediados de los años 50 que provocó daños humanos y materiales a nivel catastrófico.
El mencionado dique fue emplazado en la provincia de Zeeland, una de las más susceptibles a la suba del agua, y se extiende a lo largo de tres mil metros. En dicha distancia se encuentran 66 pilastros y compuertas que se dedican a regular el flujo de agua del Mar Rojo. Cada uno de los pilares tiene una altura de entre 50 y 60 metros cada uno, y se encuentran enterrados a 30 por debajo de la tierra.
El gran dique de Oosterschelde tiene un funcionamiento sencillo a simple vista. Cuando los instrumentos ubicados en la barrera detectan una subida abrupta en el nivel del agua, las compuertas se cierran de forma automática para impedir inundaciones en el territorio holandés. De este modo se descomprime la marea, y después de un lapso de tiempo vuelven a abrirse.
La construcción de semejante obra hidráulica no fue nada sencilla para diseñadores y constructores y llevó una década terminar el trabajo. Durante ese tiempo fue necesario tomar todo tipo de precauciones acerca de los materiales utilizados durante el proceso, ya que el margen para el error era mínimo.
Gracias al funcionamiento del dique se ha preservado al suelo holandés de catástrofes hídricas de gran magnitud. Por el esfuerzo realizado y por la magnífica tarea llevada a cabo hasta el momento, el gran dique de Oosterschelde es considerado como la octava maravilla del mundo moderno.
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