Una buena propuesta para estas vacaciones de verano podría ser en bicicleta por las escarpadas costas gallegas a lo largo de unos 475 kilómetros. El paisaje de las Rías Bajas y la Costa de la Muerte le esperan.
La ruta partiría desde la Torre de Hércules en A Coruña, para visitar los pueblos de Carballo, Vimianzo y Corcubión, un pueblo típico de pescadores donde todos los 25 de abril, dice la tradición, muere un vecino coincidiendo con las fiestas patronales. A pesar de la leyenda, los pueblos que bañan la Costa de la Muerte bien merecen una parada.
En Finisterre, observando los acantilados se puede creer porqué los romanos pensaban que allí terminaban los confines del mundo. Pero, el viaje en bicicleta continúa. Atravesando pueblecitos como Noya, donde se puede visitar el casco antiguo de la villa y las rías de Muros y Noya, llegamos hasta la denominada ‘península de las brujas’. Puerto del Son, Puebla de Caramiñal, Padrón… localidades en donde no es difícil encontrar pequeñas figuras hechas en barro con forma de brujas, demonios y sátiros.
En Puebla de Caramiñal, en septiembre, tiene lugar la procesión llamada de ‘las mortajas o los ataúdes’, lo que demuestra la importancia que para los gallegos tiene la muerte. El paisaje estremece y a la vez maravilla. En Padrón, se puede visitar la casa-museo de Rosalía de Castro y el monte Santiaguiño-.
Bajando, y cambiando de paisaje, nos acercamos hasta la zona de Cambados y el Grove. Desde Sangenjo, las rías de Pontevedra y Vigo, para reponer fuerzas. El marisco y el ribeiro abunda. Camino de la desembocadura del Miño, los pueblos de La Guardia y Calvario, fronterizos con Portugal, tomamos el cauce hacia arriba del río para llegar a Tuy, ciudad medieval de interesante recorrido.
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