La naturaleza siempre es una de las formas más atractivas de alegrar la vista, y más si visitamos un paraíso natural tan impresionante como la isla española de Tenerife. Para quien no haya ido nunca, Tenerife se podría definir de forma sencilla en tres palabras: sol, playa y acantilados.
Los acantilados de Tenerife, en especial de los que hablamos, son increíbles cortes verticales de más de 650 metros de altura en los que puedes perderte con la vista durante un buen rato y siempre encontrarás un detalle más bonito que el anterior. El acantilado de los Gigantes es, sin duda, mi lugar favorito de Tenerife.
Este acantilado, que se encuentra en la parte oeste de la isla nos recuerda en cada metro de su forma a todos nosotros que la isla es volcánica y que es mejor no jugársela no vaya a ser que nos demos un susto de lo más inesperado.
Muchas son las construcciones turísticas que, por la gran belleza de todo este complejo natural, se han ido realizando en sus aledaños (como podemos apreciar en la imagen superior) aunque sin duda lo más bonito de todo, y altamente recomendable, es conseguir algún barco o velero que nos ayude a conocer todas las pequeñas calas que se han ido formando a lo largo de este conjunto de acantilados.
Hay una gran cantidad de recovecos, escondidos y creados por la erosión, en los que son muy habituales la presencia de cetáceos en los que está permitido navegar y bañarse, algo que recomiendo encarecidamente si eres un amante el mar; es una experiencia que nunca podrás olvidar en tu vida.
En definitiva, el acantilado de los gigantes, es un lugar no muy conocido de nuestra geografía insular pero que sin duda merece tanto la pena como otros lugares de nuestras bellas islas canarias.
Guía de Viajes | Tenerife