Recorrer esta ciudad es sumergirse en sus históricos tesoros, como el Henker Othmar Krieger del año 1662 o todo lo relacionado con los yacimientos de sal en el Museo de Minería de la ciudad. Los cristales de sal se localizan en el mismo valle de Hall, del que se estuvo extrayendo sal hasta el año 1960. Con un guía se puede intentar ascender el Wilde Bande Steig, el Speckkarspitze o el Lafatscherjoch.
Pero mucho más sugerentes que estos históricos yacimientos de sal son los legendarios cristales de roca, a los que se puede seguir el rastro en el mágico Wilden Lizum, en Wattental.
Con toda seguridad los encontrará en los Mundos de Cristal de Swarovski. A sólo unos minutos de la ciudad de Innsbruck, en medio de los Alpes, el viajero se ve de repente inmerso en un cristalino mundo de ensueño y de color. Reflejos, destellos y brillos se armonizan en una espectacular simbiosis entre el cristal y el arte.
Aquí se exhiben fabulosas piezas de cristal, muchas de ellas inspiradas en obras de arte famosas, como los relojes blandos de Dalí. Cuenta este centro, además, con un teatro mecánico, un domo de cristal gigantesco y el caleidoscopio más grande del mundo (Cristaloscopio), entre otras maravillas.
Las instalaciones combinan arte, música y el incansable y siempre renovado efecto de los cristales para lograr una atmósfera mágica. También hay lugar para contarnos la vida de la familia Swarovski, de tan larga tradición en el mundo frágil del cristal.
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