Con las flores no solo podemos alegrar la vista y el olfato, con ellas podemos enviar mensajes, el origen del lenguaje de las flores, llamado floriografía, se cree que comenzó en Constantinopla en el año 1600, aunque otros autores hacen referencia a los harenes Turcos.
Durante la época victoriana se usaban los arreglos florales para enviar mensajes codificados, en el romanticismo el significado que alcanzó este código secreto se fue haciendo tan amplio que traspasaba los límites de lo simplemente amoroso.
La primera clasificación de las flores es por su color.
El color blanco se dice que es la pureza, inocencia e ingenuidad.
El Rojo, pasión, fogosidad y ambición.
Del Verde que es esperanza y éxito.
El Azul significa sabiduría y amor platónico.
Y del Amarillo la riqueza y triunfo.
También tiene su significado según la flor elegida:
la rosa roja es sinónimo de amor, la margarita blanca simboliza inocencia y pureza, la gardenia significa alegría, la flor de azahar castidad, el tulipán amor desesperado si es de color amarillo y una sutil declaración de amor si es rojo; el clavel significa distinción y nobleza, y el lirio inocencia, pureza y alegría.
También es importante la forma de presentarlas, el mensaje cambia en función de la posición de la flor y de si está abierta o en botón.
Por todo esto a la hora de elegir un ramo de flores hay que tener en cuenta tres aspectos: lo que representa cada una, qué es lo que queremos decir y cuál es la flor preferida de la persona a la que se la vamos a regalar.
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