Parece precipitarse el caserío de Lastres en un pronunciado derrumbe hacia el pequeño puerto. Un laberinto de calles estrechas y empinadas comunican su casco urbano, declarado conjunto histórico. Las casas tienen dos o tres alturas como mucho, y son de piedra vista o están revocadas en blanco, casi todas con balcones.
El núcleo primitivo de la villa estaba en lo que hoy se conoce como Barrio de los Balleneros. El único acceso era entonces un estrecho y peligroso sendero sobre el escarpado acantilado, que hoy aparece ocupado por la gran escalinata que baja hasta el puerto.
La abundancia de pesca en su bahía y la captura de ballenas que pasaban cercanas a su costa llevaron a Lastres a vivir años de esplendor. Perderse por la Calle Real, subir y bajar por las innumerables escaleras del casco o descubrir sus plazoletas llenas de encanto. Habrá descubierto así la iglesia de Santa María de Sábada, o los barrios de La Fontana o La Atalaya, o incluso una torre, la del Reloj.
El puerto de Lastres, aunque pequeño, aún registra cierto movimiento pesquero. Cuenta además con una lonja donde se venden los pescados y mariscos todos los días de pesca.
A primera hora de la tarde las barcas regresan a casa y da comienzo en la lonja la rula o subasta del pescado. Una vez acabada resulta casi inevitable hacer un ronda por los bares del entorno para probar sus sardines a la plancha y sus taquinos de queso de Cabrales, bien acompañados de sidra, escanciada y batida a la antigua usanza.
Más información| Lastres Wikipedia, Deasturias, Colunga