Robert Rauschenberg siempre mostró un entusiasmo ilimitado por los objetos que otros habían desechado. Una vez en su taller adquirían nuevos usos, como si les otorgara una segunda vida. El propio Rauschenberg mostró en numerosas ocasiones su especial atracción hacia los desechos.
Su exposición, llamada Gluts estará en el Museo Guggenheim hasta el 12 de septiembre, y está formada por un numero aproximado de sesenta obras.
A mediados de la década de 1980 la economía de Texas, basada fundamentalmente en la industria petrolera, agonizaba por la recesión económica ocasionada por un excedente en el mercado petrolífero. La devastación económica de esta zona de la costa del golfo, trasformó el paisaje rural en uno extraño y desolado, en el que se sucedían gasolineras cerradas, automóviles abandonados y barriles oxidados.
Rauschenberg comenzó a recopilar restos similares a los que poblaban los paisajes de Texas: señales de tráfico, tubos de escape… En su estudio transformó esta chatarra inservible en relieves murales y esculturas exentas que denominó Gluts.
En una trayectoria de casi sesenta años Robert Rauschenberg redefinió el arte de nuestro tiempo. Creador de obras en múltiples materiales y medios, y utilizando las técnicas más variadas, para el artista de Texas pintar no sólo implicaba tomar el pincel, sino también serigrafiar, realizar collages, transferencias o impresiones, y así lo hizo con numerosos materiales: desde el lienzo, la tabla, la seda y el nylon hasta la plancha de metal, el metacrilato, el yeso o el papel.
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