En el norte de México, la Sierra Madre se quiebra en desfiladeros profundos que parecen llegar a las entrañas de la Tierra. En sus bosques merodea todavía el lobo y el puma, y a veces se escucha hablar de algún encuentro con el oso pardo. En estas tierras aisladas por precipicios de vértigo y duros inviernos los tarahumaras han mantenido su cultura al margen del mundo exterior.
Para adentrarse en este mundo la única posibilidad es viajar en el Chepe, el tren que une Chihuahua con Los Mochis, ya en el Pacífico. Los amantes de los ferrocarriles afirman sin dudarlo que éste es el mejor recorrido en tren de todo el mundo de menos de mil kilómetros. Hay que hacer varias paradas y, viniendo desde Chihuahua, Creel es la primera.
Creel, un poblado con un indefinible aire de frontera, es una buena base para explorar esta región. No hay más que salir a caminar por los alrededores para descubrir lagos y formaciones rocosas extraordinarias, como las del valle de los Monjes. Desde Creel, apuntándose a una excursión organizada, en pocas horas se llega hasta la cascada de Basaseachi.
Vértigo es la palabra que define esta sierra. Desde Creel una carretera baja hasta Batopilas, pero parece caer a las profundidades del mundo. Se pasa junto a ranchos de los tarahumaras, que consiguen sobrevivir en estas montañas indómitas.
Más información| Chepe, Margarita, Hotel Misión, Divisadero Barrancas