Cada año miles de turistas llegan a la ciudad de Ayacucho a contemplar la Semana Santa, ansiosos de conocer y de contagiarse del espíritu religioso y festivo de la población huamanguina. Según cuentan solo hay dos lugares donde se siente y se vive y se sienten estas fiestas con un fervor religioso especial, y es Sevilla en España y Ayacucho en el Perú.
Todos los habitantes de la ciudad se implican en la celebración de esta esta singular y colorida festividad religiosa y pagana. Desde las autoridades, pasando por los Mayordomos de las ocho principales procesiones de la ciudad; profesionales y comerciantes; ciudadanos hombres y mujeres integrantes de las diferentes cofradías y hermandades de cargadores; Coros y Tunas, jóvenes y niños. Todos preparan las bellísimas alfombras en los barrios por donde pasarán las imágenes.
Las clases acomodadas de la ciudad han hecho “suya” la celebración del día Viernes Santo o del Santo Sepulcro, en ella, la población humilde participa sólo en calidad de “observador”.
El pueblo, participa multitudinariamente en la preparación, organización y festejos de lo que es la festividad mayor: el Domingo de Pascua de Resurrección.
El Miércoles Santo durante la procesión del Encuentro en la Plaza Mayor, es cuando podemos ver a toda la sociedad unida.
Las noches vienen acompañadas por aromas a incienzo, fogatas, fuegos artificiales y el fondo musical de marchas de procesión, cánticos tristísimos en quechua y castellano.
Durante estas fechas las vianderas, preparan el famoso “chorrizo ayacuchano”, que es carne molida de chancho combinada con especies, previamente macerada con vinagre y ají colorado. Y para beber el “ponche” a base de leche, canela, maní o ajonjolí y pisco.
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