En Egipto hay una gran extensión de arena muy fina y suave, que es fresca al tocarla, se pueden observar caprichosas formaciones rocosas de piedra calcárea totalmente blanca, a las que la erosión del viento y la arena han dado formas curiosas y diversas. Se trata del Desierto Blanco o SAHARA EL GUEDIDA.
Su origen se debe a las tormentas de arena que azotan durante años la zona y hacen que las inmensas formaciones rocosas de piedra caliza tomen esas formas y figuras. Paseando entre ellas se aprecia la portentosa fuerza de la naturaleza que ha logrado tallar estas esculturas.
El yeso blanco del desierto da la impresión de ser una zona cubierta de nieve. Durante el atardecer es el mejor momento para extasiarse con los cambios de color del paisaje que en ocasiones parece cobrar vida.
Los mas atrevidos, pueden hacer noche en el desierto y disfrutar de las estrellas, una vista única que sigue sorprendiendo a todo aquel que la disfruta. Por supuesto todo esto con un adecuado equipo de campaña y un buen fuego para soportar las frías noches del desierto.
El turismo en esta zona es escaso todavía pero a medida que se van conociendo sus paisajes, la infraestructura se va desarrollando con lugares para el descanso o de encuentro para los más aventureros visitantes de Egipto que descubren este rincón a modo de paraíso.
Para disfrutar bien del paisaje, hay que dedicarle al menos un día. Las excursiones al Desierto Blanco tienen la ventaja de que existen posibilidades para todos los gustos y bolsillos.
Info| desierto blanco
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