Los descubridores españoles le pusieron el nombre de Sansón, porque consideraron que un lugar que era habitado por gigantes (según las leyendas) debía tener el nombre del gran personaje bíblico.
Seguramente los tehuelches no habían visto nunca las islas, pero presentían su existencia, veían que ciertas aves, como los cisnes y flamencos, llegaban desde el confín del mar hasta la costa, y tres meses después se lanzaban hacia el horizonte marino, esto convenció a los aborígenes de que las aves iban y venían de la legendaria isla de sus mitos.
En sus Karlem-shenik (cuentos viejos), cuentan que el mar se formó por el llanto de un todopoderoso y bueno. Ese ser que para los tehuelches era el cielo, vivió mucho tiempo en soledad y en tinieblas hasta que un día decidió crear también la luz, el sol y una isla. Una isla donde tuvo origen la vida. Allí aparecieron unos moradores gigantes y monstruoso que eran hijos de las montañas.
Esta leyenda de labios de un aborigen patagón llego a oídos de Pigafetta cronista de la expedición de Magallanes.Y el relato lo inspiró para dibujar, con la ayuda de su imaginación un sencillo mapa de una o dos islas.
La vegetación de las islas Malvinas es de tipo estepa, abundan pastos bajos y duros, matas de arbustos en cojín, similares a los de la estepa patagónico. No hay árboles, y existen unas 163 especies de plantas autóctonas en las islas, catorce de las cuales son endémicas, es decir que sólo crecen aquí.
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