En Madrid la tradición del chocolate con churros es tan castiza como las gallinejas de feria o los barquillos de la puerta del Sol. Esas tiras cilíndricas estriadas con forma de lazo y fritas en aceite nos deleitan durante la perezosa la mañana del domingo, la interminable merienda de los sábados o la última parada de una larga noche de fiesta.
El secreto, como siempre, está en la masa: harina de trigo, sal y agua hirviendo, en riguroso orden y mezclado con mucho mimo. En la capital, un buen puñado de establecimientos continúa “engordando” una tradición que nadie sabe con certeza dónde y cómo se originó, pero que en el siglo XIX ya era tan popular como los claveles de los chulapos.
Es imposible dejar de colocar en el primer puesto de cualquier lista a la centenaria cafetería San Ginés, meta de cualquier erasmus de fiesta por el centro de Madrid. Muy cerca de aquí, se encuentra Valor: no son expertos en churros pero son los mejores en chocolate a la taza.
El Café del Espejo, ese kiosko acristalado con decoración Art Nouveau en medio de la mayor arteria de Madrid, es un clásico que ofrece, entre otros, un desayuno cañí.
En el barrio de Las Letras se esconde otro clásico: la cafetería Chocolat Bar , con churros y porras recién salidos de la sartén. En La Antigua Churrería, un establecimiento de toda la vida, aunque lo hayan renovado. Viejas fotos de este negocio familiar de principios del siglo XX, que desplazaron de Ventas a Bravo Murillo, decoran la cafetería en la que no faltan los churros rellenos y bañados en chocolate.
Más información | Churrería S. XIX y Madrid QDQ