La Medina de Marrakech

27 diciembre, 2009
Fotografía: Seier+Seier+Seier

Fotografía: Seier+Seier+Seier

Para conocer un lugar es necesario caminarlo, recorrerlo a pie, sin prisa, dejando que los ruidos, los olores, los colores y el ritmo de ese lugar se vaya acercando a uno. Es así, no hay otra manera, si de verdad se quiere entender algo del lugar que visitamos. Para conocer un poco de Marrakech, es necesario caminar por la Medina. Es así, no hay otra manera.

Paso a paso por sus callejuelas, entre sus puestos ambulantes, en medio del bullicio de otra forma de comunicar, entre las miradas y las palabras de la gente, acompañado por el ajetreo que parece emanar de sus suelos y paredes rojizas.

En la Medina, declarada patrimonio de la humanidad desde hace más de 20 años, uno puede aspirar a entender, quizás un poco, el sentido de otra forma de vivir en este mundo. Porque, si se nos había olvidado, hay más formas de vida posibles que la nuestra.

Fotografía: JBarcena

Fotografía: JBarcena

El corazón de Medina es la Plaza de Jamaa el Fna, el punto central palpitante del que nacen todas las calles, como venas y arterias, por las que brota la vida electrizante de la ciudad marroquí. Hacia el norte, por el intrincado laberinto de los Suks, los mercados tradicionales, muchos de ellos al descubierto, en los que se nos ofrece otra forma de la lógica del mercado.

Siguiendo hacia el norte nos encontramos con las mezquitas más importantes de la ciudad. Si, por el contrario, elegimos el camino del sur, nos adentramos en los barrios más poderosos de la ciudad, en la zona dominada por el Palacio Real. Sea cual sea nuestra dirección, sólo a pie, con ojos y oídos abiertos, tendremos la oportunidad de conocer el embrujo de la Medina de Marrakech.