Los científicos no han dudado en bautizarla con nombres como Fósil Viviente, Arca de Noé o Galápagos del Indico, se trata de la isla de Sócrota y sus dos hermanas (a la que los griegos llamaron Diosácrida, y los romanos, Diosótori). Su variedad ecológica es tan diversa que en el pasado ha sido la protagonista de muchas leyendas. Hay que de destacar que estas islas han sido reconocidas por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
La concentración de unas 900 especies de flora y de fauna (de las cuales, al menos una tercera parte son endémicas) no es algo que se dé en muchos lugares.
Los pepinos, en lugar de crecer en matas, como en cualquier otro lugar del mundo, brotan de las ramas de unos árboles que llegan a medir hasta unos cuatro metros de alto. La Rosa del Desierto tiene forma de pata de elefante. La más singular de todas es la Dorstenia Gigas que es una especie vegetal que no necesita grandes raíces ni suelo, ya que crece entre las rocas.
Se pueden encontrar no menos de 112 especies de aves, 85 de reptiles y otras tantas de insectos y animales marinos que, al raro visitante extranjero que se deja caer por estos islas, le proporcionan una sensación de regresión milenaria en el tiempo.
De los habitantes de la isla lo que más destaca son los ojos azules que suelen adornar sus bellos rostros de rasgos negroides. También hay que decir que siguen viviendo como en la Edad de Piedra, en cuevas que iluminan con fuego, que previamente han encendido con dos piedras. Viven de la caza, la agricultura y la ganadería, aunque también los hay que viven de las perlas preciosas que pueblan el arrecife de coral que rodea a este paraíso perdido.
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