Sabemos que Transilvania formó parte de Hungría hasta el final de la Primera Guerra Mundial, pero la ciudad Sibiu no parece húngara, ni rumana, sino que tiene un fuerte estilo alemán.Se debe a que hace mil años los magiares conquistaron estas tierras y trajeron muchos colonos germanos para colonizarlas.
El centro histórico de Sibiu, en cualquier caso, es una joya, perfectamente rehabilitado para la capitalidad europea de la cultura que ostentó en 2007.
En esta región que ha vivido invasiones de todo tipo a lo largo de los siglos.Lo demuestran sus fortificaciones y sus tres anillos defensivos, todavía reconocibles. Pero olvidados esos tiempos turbulentos, hoy ofrece una imagen de ciudad de cuento: calles adoquinadas, torres muy altas, casas pintadas con tonos pastel…
En el centro de la Ciudad Alta todo gira alrededor de tres plazas. En la Piasa Mare (la Gran Plaza), destaca el palacio Brukental, de estilo barroco tardío. Samuel Brukental fue el gobernador del principado de Transilvania, y consiguió lo que ahora es el mejor museo de Transilvania, y tal vez de toda Rumanía.
Parte de la Piasa Mica (la Pequeña Plaza) es una calle que inicia un rápido descenso hacia la Ciudad Baja, por lo que para pasar de un lado de la plaza al otro hay que cruzar por el Puente de los Mentirosos. A un extremo del puente aparece el edificio del Viejo Mercado, y al otro la Casa Luxemburg.
Por último Piasa Huet, con la catedral Evangélica, con la torre más alta de toda Transilvania.
Sin duda hay que disfrutar de Strada Balcescu, un gran bulevar peatonal donde se alinean las tiendas de anticuarios, los restaurantes, los cafés y algún hotel rebosante de historia, como el Imperatul Romanilor.